Pierre Molinier. Autoportrait |
Según los restos más antiguos
encontrados de Homo sapiens, los de Omo I, llamados hombres de Kibish, (Etiopía),
nuestra especie tiene unos 195.000 años. Durante este periodo de tiempo, hemos
desarrollado pensamientos complejos, imperios, lenguajes, dioses… Hemos variado
nuestros sistemas de representación según las tecnologías que se han ido
desarrollando en cada época desde la aparición de los seres humanos.
Aunque parezca que llevamos mucho
tiempo sobre la tierra, el hombre es un recién llegado en la cronología del
planeta. Los discursos y críticas sobre la igualdad entre sexos, anteriores al
XVIII, y que aparecían de forma residual y esporádica, fueron a partir de 1791
con la “Declaración de los derechos de la Mujer y la Ciudadana”, el inicio de la lucha por la igualdad
de la mujer. Solo ha pasado 224
años de nuestra historia.
El desarrollo tecnológico de los dos
últimos siglos, y más en concreto de los últimos cuarenta años, nos sitúa en
otro paradigma en relación al género. Actualmente, no podemos basarnos como
género al hecho biológico de haber nacido macho o hembra, hombre o mujer. Hay
otras posibilidades que tenemos que aceptar, considero que cualquier
discriminación, aunque sea positiva, produce efectos de ghetto.
Ante una obra artística, hoy en
día, es absurdo preguntarnos si es o no arte. O entrar en divagaciones sobre lo
que es Arte. En arte contemporáneo, es una sinrazón hacer distinción de
cualquier género, aunque la obra de muchos artistas se vean marcadas por el
mismo, al igual que lo hace las vivencias y la cultura, o cualquier otro factor
que intervenga en el hecho creador. La potestad del género en el arte, solo
puede ser usado por el artista de forma individual, y no se puede generalizar
un arte de mujeres, un arte masculino, de artistas gays o lesbianas, o de
artistas transgénero, por decir algunos. ¿Existe algún motivo en el siglo XXI
para que creamos que el cerebro es diferente según nuestras preferencias
sexuales?
Al igual que nuestro
eurocentrismo, respecto al desarrollo artístico de otras culturas que no fueran
la Europea. Nuestra visión del Arte contemporáneo muchas veces se basa en un
nuevo heterocentrismo, arrastrado de siglos pasados. Y que tenemos que acabar
de una vez por todas con él.
En las formas de Arte actuales,
nos tenemos que obligar a hacer desaparecer esa frontera, con apariencia insalvable
que hemos denominado género. Soy
del género humano y utilizaré mis preferencias sexuales como me de la gana,
puedo luchar o mostrarme inactivo, hacerlo público o ocultarlo sin que nadie se
crea en la obligación de meterme en ningún saco, sin mi permiso. Soy una
persona libre y espero que una sociedad que se denomina a si misma como “libre
y democrática” me respete. Y ese respeto comienza, en Arte, por aceptarme la
sociedad como artista, y ver las condicionantes de mi obra con los valores que
yo propongo, fuera de cualquier lectura sexista ajena a la misma.
Es doloroso pensar que, en la
historia de la humanidad, tantas personas hayan acabado con su vida, hayan sido
abocadas a la marginalidad, humilladas, asesinadas o sometidas a tortura y
perseguidas por su condición sexual, siempre será un interrogante las víctimas
habidas.
No podemos permitirnos el lujo de dejar de disfrutar del Arte por motivos de género, el mundo del pensamiento, al que subscribo el Arte, es superior a cualquier etiqueta sexual. Solo lograremos que el público lo vea así, con un trabajo pedagógico sin discriminaciones.
No podemos permitirnos el lujo de dejar de disfrutar del Arte por motivos de género, el mundo del pensamiento, al que subscribo el Arte, es superior a cualquier etiqueta sexual. Solo lograremos que el público lo vea así, con un trabajo pedagógico sin discriminaciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario